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Sobre la evaluación cap1



Sun Tzu dice: la guerra es de vital importancia para el Estado;
es el dominio de la vida o de la muerte, el camino hacia la
supervivencia o la pérdida del Imperio: es forzoso manejarla bien.
No reflexionar seriamente sobre todo lo que le concierne es dar
prueba de una culpable indiferencia en lo que respecta a la
conservación o pérdida de lo que nos es mas querido; y ello no debe
ocurrir entre nosotros.

Hay que valorarla en términos de cinco factores fundamentales, y
hacer comparaciones entre diversas condiciones de los bandos
rivales, con vistas a determinar el resultado de la guerra.

El primero de estos factores es la doctrina; el segundo, el
tiempo; el tercero, el terreno; el cuarto, el mando; y el quinto, la
disciplina.

La doctrina significa aquello que hace que el pueblo esté en
armonía con su gobernante, de modo que le siga donde sea, sin temer
por sus vidas ni a correr cualquier peligro.

El tiempo significa el Ying y el Yang, la noche y el día, el
frío y el calor, días despejados o lluviosos, y el cambio de las
estaciones.

El terreno implica las distancias, y hace referencia a dónde es
fácil o difícil desplazarse, y si es campo abierto o lugares
estrechos, y esto influencia las posibilidades de supervivencia.

El mando ha de tener como cualidades: sabiduría, sinceridad,
benevolencia, coraje y disciplina.

Por último, la disciplina ha de ser comprendida como la
organización del ejército, las graduaciones y rangos entre los
oficiales, la regulación de las rutas de suministros, y la provisión
de material militar al ejército.

Estos cinco factores fundamentales han de ser conocidos por cada
general. Aquel que los domina, vence; aquel que no, sale derrotado.
Por lo tanto, al trazar los planes, han de compararse los siguiente
siete factores, valorando cada uno con el mayor cuidado:

¿Qué dirigente es más sabio y capaz?

¿Qué comandante posee el mayor talento?

¿Qué ejército obtiene ventajas de la naturaleza y el terreno?

¿En qué ejército se observan mejor las regulaciones y las
instrucciones?

¿Qué tropas son más fuertes?

¿Qué ejército tiene oficiales y tropas mejor entrenadas?

¿Qué ejército administra recompensas y castigos de forma más
justa?

Mediante el estudio de estos siete factores, seré capaz de
adivinar cual de los dos bandos saldrá victorioso y cual será
derrotado.

El general que siga mi consejo, es seguro que vencerá. Ese
general ha de ser mantenido al mando. Aquel que ignore mi consejo,
ciertamente será derrotado. Ese debe ser destituido.

Tras prestar atención a mi consejo y planes, el general debe
crear una situación que contribuya a su cumplimiento. Por situación
quiero decir que debe tomar en consideración la situación del campo,
y actuar de acuerdo con lo que le es ventajoso.

El arte de la guerra se basa en el engaño. Por lo tanto, cuando
es capaz de atacar, ha de aparentar incapacidad; cuando las tropas
se mueven, aparentar inactividad. Si está cerca del enemigo, ha de
hacerle creer que está lejos; si está lejos, aparentar que se está
cerca. Poner cebos para atraer al enemigo.

Golpear al enemigo cuando está desordenado. Prepararse contra él
cuando está seguro en todas partes. Evitarle durante un tiempo
cuando es más fuerte. Si tu oponente tiene un temperamento colérico,
intenta irritarle. Si es arrogante, trata de fomentar su egoísmo.

Si las tropas enemigas se hallan bien preparadas tras una
reorganización, intenta desordenarlas. Si están unidas, siembra la
disensión entre sus filas. Ataca al enemigo cuando no está
preparado, y aparece cuando no te espera. Estas son las claves de la
victoria para el estratega.

Ahora, si las estimaciones realizadas antes de la batalla
indican victoria, es porque los cálculos cuidadosamente realizados
muestran que tus condiciones son más favorables que las condiciones
del enemigo; si indican derrota, es porque muestran que las
condiciones favorables para la batalla son menores. Con una
evaluación cuidadosa, uno puede vencer; sin ella, no puede. Muchas
menos oportunidades de victoria tendrá aquel que no realiza cálculos
en absoluto.

Gracias a este método, se puede examinar la situación, y el
resultado aparece claramente.





Sobre la iniciación de las acciones cap2



Una vez comenzada la batalla, aunque estés ganando, de continuar
por mucho tiempo, desanimará a tus tropas y embotará tu espada. Si
estás sitiando una ciudad, agotarás tus fuerzas. Si mantienes a tu
ejército durante mucho tiempo en campaña, tus suministros se
agotarán.

Las armas son instrumentos de mala suerte; emplearlas por mucho
tiempo producirá calamidades. Como se ha dicho: "Los que a hierro
matan, a hierro mueren". Cuando tus tropas están desanimadas, tu
espada embotada, agotadas tus fuerzas y tus suministros son escasos,
hasta los tuyos se aprovecharán de tu debilidad para sublevarse.
Entonces, aunque tengas consejeros sabios, al final no podrás hacer
que las cosas salgan bien.

Por esta causa, he oído hablar de operaciones militares que han
sido torpes y repentinas, pero nunca he visto a ningún experto en el
arte de la guerra que mantuviese la campaña por mucho tiempo. Nunca
es beneficioso para un país dejar que una operación militar se
prolongue por mucho tiempo.

Como se dice comúnmente, sé rápido como el trueno que retumba
antes de que hayas podido taparte los oídos, veloz como el relámpago
que relumbra antes de haber podido pestañear.

Por lo tanto, los que no son totalmente conscientes de la
desventaja de servirse de las armas no pueden ser totalmente
conscientes de las ventajas de utilizarlas.

Los que utilizan los medios militares con pericia no activan a
sus tropas dos veces, ni proporcionan alimentos en tres ocasiones,
con un mismo objetivo.

Esto quiere decir que no se debe movilizar al pueblo más de una
vez por campaña, y que inmediatamente después de alcanzar la
victoria no se debe regresar al propio país para hacer una segunda
movilización. Al principio esto significa proporcionar alimentos
(para las propias tropas), pero después se quitan los alimentos al
enemigo.

Si tomas los suministros de armas de tu propio país, pero quitas
los alimentos al enemigo, puedes estar bien abastecido de armamento
y de provisiones.

Cuando un país se empobrece a causa de las operaciones
militares, se debe al transporte de provisiones desde un lugar
distante. Si las transportas desde un lugar distante, el pueblo se
empobrecerá.

Los que habitan cerca de donde está el ejército pueden vender
sus cosechas a precios elevados, pero se acaba de este modo el
bienestar de la mayoría de la población.

Cuando se transportan las provisiones muy lejos, la gente se
arruina a causa del alto costo. En los mercados cercanos al
ejército, los precios de las mercancías se aumentan. Por lo tanto,
las largas campañas militares constituyen una lacra para el país.

Cuando se agotan los recursos, los impuestos se recaudan bajo
presión. Cuando el poder y los recursos se han agotado, se arruina
el propio país. Se priva al pueblo de gran parte de su presupuesto,
mientras que los gastos del gobierno para armamentos se elevan.

Los habitantes constituyen la base de un país, los alimentos son
la felicidad del pueblo. El príncipe debe respetar este hecho y ser
sobrio y austero en sus gastos públicos.

En consecuencia, un general inteligente lucha por desproveer al
enemigo de sus alimentos. Cada porción de alimentos tomados al
enemigo equivale a veinte que te suministras a ti mismo.

Así pues, lo que arrasa al enemigo es la imprudencia, y la
motivación de los tuyos en asumir los beneficios de los adversarios.

Cuando recompenses a tus hombres con los beneficios que
ostentaban los adversarios los harás luchar por propia iniciativa, y
así podrás tomar el poder y la influencia que tenía el enemigo. Es
por esto par lo que se dice que donde hay grandes recompensas hay
hombres valientes.

Por consiguiente, en una batalla de carros, recompensa primero
al que tome al menos diez carros.

Si recompensas a todo el mundo, no habrá suficiente para todos,
así pues, ofrece una recompensa a un soldado para animar a todos los
demás. Cambia sus colores (de los soldados enemigos hechos
prisioneros), utilízalos mezclados con los tuyos. Trata bien a los
soldados y préstales atención. Los soldados prisioneros deben ser
bien tratados, para conseguir que en el futuro luchen para ti. A
esto se llama vencer al adversario e incrementar por añadidura tus
propias fuerzas.

Si utilizas al enemigo para derrotar al enemigo, serás poderoso
en cualquier lugar a donde vayas.

Así pues, lo más importante en una operación militar es la
victoria y no la persistencia. Esta última no es beneficiosa. Un
ejército es como el fuego: si no lo apagas, se consumirá por sí
mismo.

Por lo tanto, sabemos que el que está a la cabeza del ejército
está a cargo de las vidas de los habitantes y de la seguridad de la
nación.





Sobre las proposiciones de la victoria y la derrota cap3



Como regla general, es mejor conservar a un enemigo intacto que
destruirlo. Capturar a sus soldados para conquistarlos y dominas a
sus jefes.

Un General decía: "Practica las artes marciales, calcula la
fuerza de tus adversarios, haz que pierdan su ánimo y dirección, de
manera que aunque el ejército enemigo esté intacto sea inservible:
esto es ganar sin violencia. Si destruyes al ejército enemigo y
matas a sus generales, asaltas sus defensas disparando, reúnes a una
muchedumbre y usurpas un territorio, todo esto es ganar por la
fuerza".

Por esto, los que ganan todas las batallas no son realmente
profesionales; los que consiguen que se rindan impotentes los
ejércitos ajenos sin luchar son los mejores maestros del Arte de la
Guerra.

Los guerreros superiores atacan mientras los enemigos están
proyectando sus planes. Luego deshacen sus alianzas.

Por eso, un gran emperador decía: "El que lucha por la victoria
frente a espadas desnudas no es un buen general". La peor táctica es
atacar a una ciudad. Asediar, acorralar a una ciudad sólo se lleva a
cabo como último recurso.

Emplea no menos de tres meses en preparar tus artefactos y otros
tres para coordinar los recursos para tu asedio. Nunca se debe
atacar por cólera y con prisas. Es aconsejable tomarse tiempo en la
planificación y coordinación del plan.

Por lo tanto, un verdadero maestro de las artes marciales vence
a otras fuerzas enemigas sin batalla, conquista otras ciudades sin
asediarlas y destruye a otros ejércitos sin emplear mucho tiempo.

Un maestro experto en las artes marciales deshace los planes de
los enemigos, estropea sus relaciones y alianzas, le corta los
suministros o bloquea su camino, venciendo mediante estas tácticas
sin necesidad de luchar.

Es imprescindible luchar contra todas las facciones enemigas
para obtener una victoria completa, de manera que su ejército no
quede acuartelado y el beneficio sea total. Esta es la ley del
asedio estratégico.

La victoria completa se produce cuando el ejército no lucha, la
ciudad no es asediada, la destrucción no se prolonga durante mucho
tiempo, y en cada caso el enemigo es vencido por el empleo de la
estrategia.

Así pues, la regla de la utilización de la fuerza es la
siguiente: si tus fuerzas son diez veces superiores a las del
adversario, rodéalo; si son cinco veces superiores, atácalo; si son
dos veces superiores, divídelo.

Si tus fuerzas son iguales en número, lucha si te es posible. Si
tus fuerzas son inferiores, manténte continuamente en guardia, pues
el más pequeño fallo te acarrearía las peores consecuencias. Trata
de mantenerte al abrigo y evita en lo posible un enfrentamiento
abierto con él; la prudencia y la firmeza de un pequeño número de
personas pueden llegar a cansar y a dominar incluso a numerosos
ejércitos.

Este consejo se aplica en los casos en que todos los factores
son equivalentes. Si tus fuerzas están en orden mientras que las
suyas están inmersas en el caos, si tú y tus fuerzas están con ánimo
y ellos desmoralizados, entonces, aunque sean más numerosos, puedes
entrar en batalla. Si tus soldados, tus fuerzas, tu estrategia y tu
valor son menores que las de tu adversario, entonces debes retirarte
y buscar una salida.

En consecuencia, si el bando más pequeño es obstinado, cae
prisionero del bando más grande.

Esto quiere decir que si un pequeño ejército no hace una
valoración adecuada de su poder y se atreve a enemistarse con una
gran potencia, por mucho que su defensa sea firme, inevitablemente
se convertirá en conquistado. "Si no puedes ser fuerte, pero tampoco
sabes ser débil, serás derrotado". Los generales son servidores del
Pueblo. Cuando su servicio es completo, el Pueblo es fuerte. Cuando
su servicio es defectuoso, el Pueblo es débil.

Así pues, existen tres maneras en las que un Príncipe lleva al
ejército al desastre. Cuando un Príncipe, ignorando los hechos,
ordena avanzar a sus ejércitos o retirarse cuando no deben hacerlo;
a esto se le llama inmovilizar al ejército. Cuando un Príncipe
ignora los asuntos militares, pero comparte en pie de igualdad el
mando del ejército, los soldados acaban confusos. Cuando el Príncipe
ignora cómo llevar a cabo las maniobras militares, pero comparte por
igual su dirección, los soldados están vacilantes. Una vez que los
ejércitos están confusos y vacilantes, empiezan los problemas
procedentes de los adversarios. A esto se le llama perder la
victoria por trastornar el aspecto militar.

Si intentas utilizar los métodos de un gobierno civil para
dirigir una operación militar, la operación será confusa.

Triunfan aquellos que:

Saben cuándo luchar y cuándo no.

Saben discernir cuándo utilizar muchas o pocas tropas.

Tienen tropas cuyos rangos superiores e inferiores tienen el
mismo objetivo.

Se enfrentan con preparativos a enemigos desprevenidos.

Tienen generales competentes y no limitados por sus gobiernos
civiles.

Estas cinco son las maneras de conocer al futuro vencedor.

Hablar de que el Príncipe sea el que da las órdenes en todo es
como el General solicitarle permiso al Príncipe para poder apagar un
fuego: para cuando sea autorizado, ya no quedan sino cenizas.

Si conoces a los demás y te conoces a ti mismo, ni en cien
batallas correrás peligro; si no conoces a los demás, pero te
conoces a ti mismo, perderás una batalla y ganarás otra; si no
conoces a los demás ni te conoces a ti mismo, correrás peligro en
cada batalla.





Sobre la medida en la disposición de los medios cap4



Antiguamente, los guerreros expertos se hacían a sí mismos
invencibles en primer lugar, y después aguardaban para descubrir la
vulnerabilidad de sus adversarios.

Hacerte invencible significa conocerte a ti mismo; aguardar para
descubrir la vulnerabilidad del adversario significa conocer a los
demás.

La invencibilidad está en uno mismo, la vulnerabilidad en el
adversario.

Por esto, los guerreros expertos pueden ser invencibles, pero no
pueden hacer que sus adversarios sean vulnerables.

Si los adversarios no tienen orden de batalla sobre el que
informarse, ni negligencias o fallos de los que aprovecharse, ¿cómo
puedes vencerlos aunque estén bien pertrechados? Por esto es por lo
que se dice que la victoria puede ser percibida, pero no fabricada.

La invencibilidad es una cuestión de defensa, la vulnerabilidad,
una cuestión de ataque.

Mientras no hayas observado vulnerabilidades en el orden de
batalla de los adversarios, oculta tu propia formación de ataque, y
prepárate para ser invencible, con la finalidad de preservarte.
Cuando los adversarios tienen órdenes de batalla vulnerables, es el
momento de salir a atacarlos.

La defensa es para tiempos de escasez, el ataque para tiempos de
abundancia.

Los expertos en defensa se esconden en las profundidades de la
tierra; los expertos en maniobras de ataque se esconden en las más
elevadas alturas del cielo. De esta manera pueden protegerse y
lograr la victoria total.

En situaciones de defensa, acalláis las voces y borráis las
huellas, escondidos como fantasmas y espíritus bajo tierra,
invisibles para todo el mundo. En vuestro grito fulgurante, veloz
como el trueno y el relámpago, para los que no se puede uno
preparar, aunque vengan del cielo.

Prever la victoria cuando cualquiera la puede conocer no
constituye verdadera destreza. Todo el mundo elogia la victoria
ganada en batalla, pero esa victoria no es realmente tan buena.

Todo el mundo elogia la victoria en la batalla, pero lo
verdaderamente deseable es poder ver el mundo de lo sutil y darte
cuenta del mundo de lo oculto, hasta el punto de ser capaz de
alcanzar la victoria donde no existe forma.

No se requiere mucha fuerza para levantar un cabello, no es
necesario tener una vista aguda para ver el sol y la luna, ni se
necesita tener mucho oído para escuchar el retumbar del trueno.

Lo que todo el mundo conoce no se llama sabiduría; la victoria
sobre los demás obtenida por medio de la batalla no se considera una
buena victoria.

En la antigüedad, los que eran conocidos como buenos guerreros
vencían cuando era fácil vencer.

Si sólo eres capaz de asegurar la victoria tras enfrentarte a un
adversario en un conflicto armado, esa victoria es una dura
victoria. Si eres capaz de ver lo sutil y de darte cuenta de lo
oculto, irrumpiendo antes del orden de batalla, la victoria así
obtenida es un victoria fácil.

En consecuencia, las victorias de los buenos guerreros no
destacan por su inteligencia o su bravura. Así pues, las victorias
que ganan en batalla no son debidas a la suerte. Sus victorias no
son casualidades, sino que son debidas a haberse situado previamente
en posición de poder ganar con seguridad, imponiéndose sobre los que
ya han perdido de antemano.

La gran sabiduría no es algo obvio, el mérito grande no se
anuncia. Cuando eres capaz de ver lo sutil, es fácil ganar; ¿qué
tiene esto que ver con la inteligencia o la bravura? Cuando se
resuelven los problemas antes de que surjan, ¿quién llama a esto
inteligencia? Cuando hay victoria sin batalla, ¿quién habla de
bravura?

Así pues, los buenos guerreros toman posición en un terreno en
el que no pueden perder, y no pasan por alto las condiciones que
hacen a su adversario proclive a la derrota.

En consecuencia, un ejército victorioso gana primero y entabla
la batalla después; un ejército derrotado lucha primero e intenta
obtener la victoria después.

Esta es la diferencia entre los que tienen estrategia y los que
no tienen planes premeditados.

Los que utilizan bien las armas cultivan el Camino y observan
las leyes. Así pueden gobernar prevaleciendo sobre los corruptos.

Servirse de la armonía para desvanecer la oposición, no atacar
un ejército inocente, no hacer prisioneros o tomar botín par donde
pasa el ejército, no cortar los árboles ni contaminar los pozos,
limpiar y purificar los templos de las ciudades y montañas del
camino que atraviesas, no repetir los errores de una civilización
decadente, a todo esto se llama el Camino y sus leyes.

Cuando el ejército está estrictamente disciplinado, hasta el
punto en que los soldados morirían antes que desobedecer las
órdenes, y las recompensas y los castigos merecen confianza y están
bien establecidos, cuando los jefes y oficiales son capaces de
actuar de esta forma, pueden vencer a un Príncipe enemigo corrupto.

Las reglas militares son cinco: medición, valoración, cálculo,
comparación y victoria. El terreno da lugar a las mediciones, éstas
dan lugar a las valoraciones, las valoraciones a los cálculos, éstos
a las comparaciones, y las comparaciones dan lugar a las victorias.

Mediante las comparaciones de las dimensiones puedes conocer
dónde se haya la victoria o la derrota.

En consecuencia, un ejército victorioso es como un kilo
comparado con un gramo; un ejército derrotado es como un gramo
comparado con un kilo.

Cuando el que gana consigue que su pueblo vaya a la batalla como
si estuviera dirigiendo una gran corriente de agua hacia un cañón
profundo, esto es una cuestión de orden de batalla.

Cuando el agua se acumula en un cañón profundo, nadie puede
medir su cantidad, lo mismo que nuestra defensa no muestra su forma.
Cuando se suelta el agua, se precipita hacia abajo como un torrente,
de manera tan irresistible como nuestro propio ataque.





Sobre la firmeza cap5



La fuerza es la energía acumulada o la que se percibe. Esto es
muy cambiante. Los expertos son capaces de vencer al enemigo creando
una percepción favorable en ellos, así obtener la victoria sin
necesidad de ejercer su fuerza.

Gobernar sobre muchas personas como si fueran poco es una
cuestión de dividirlas en grupos o sectores: es organización.
Batallar contra un gran número de tropas como si fueran pocas es una
cuestión de demostrar la fuerza, símbolos y señales.

Se refiere a lograr una percepción de fuerza y poder en la
oposición. En el campo de batalla se refiere a las formaciones y
banderas utilizadas para desplegar las tropas y coordinar sus
movimientos.

Lograr que el ejército sea capaz de combatir contra el
adversario sin ser derrotado es una cuestión de emplear métodos
ortodoxos o heterodoxos.

La ortodoxia y la heterodoxia no es algo fijo, sino que se
utilizan como un ciclo. Un emperador que fue un famoso guerrero y
administrador, hablaba de manipular las percepciones de los
adversarios sobre lo que es ortodoxo y heterodoxo, y después atacar
inesperadamente, combinando ambos métodos hasta convertirlo en uno,
volviéndose así indefinible para el enemigo.

Que el efecto de las fuerzas sea como el de piedras arrojadas
sobre huevos, es una cuestión de lleno y vacío.

Cuando induces a los adversarios a atacarte en tu territorio, su
fuerza siempre está vacía (en desventaja); mientras que no compitas
en lo que son los mejores, tu fuerza siempre estará llena. Atacar
con lo vacío contra lo lleno es como arrojar piedras sobre huevos:
de seguro se rompen.

Cuando se entabla una batalla de manera directa, la victoria se
gana por sorpresa.

El ataque directo es ortodoxo. El ataque indirecto es heterodoxo.

Sólo hay dos clases de ataques en la batalla: el extraordinario
por sorpresa y el directo ordinario, pero sus variantes son
innumerables. Lo ortodoxo y lo heterodoxo se originan
recíprocamente, como un círculo sin comienzo ni fin; ¿quién podría
agotarlos?

Cuando la velocidad del agua que fluye alcanza el punto en el
que puede mover las piedras, ésta es la fuerza directa. Cuando la
velocidad y maniobrabilidad del halcón es tal que puede atacar y
matar, esto es precisión. Lo mismo ocurre con los guerreros
expertos: su fuerza es rápida, su precisión certera. Su fuerza es
como disparar una catapulta, su precisión es dar en el objetivo
previsto y causar el efecto esperado.

El desorden llega del orden, la cobardía surge del valor, la
debilidad brota de la fuerza.

Si quieres fingir desorden para convencer a tus adversarios y
distraerlos, primero tienes que organizar el orden, porque sólo
entonces puedes crear un desorden artificial. Si quieres fingir
cobardía para conocer la estrategia de los adversarios, primero
tienes que ser extremadamente valiente, porque sólo entonces puedes
actuar como tímido de manera artificial. Si quieres fingir debilidad
para inducir la arrogancia en tus enemigos, primero has de ser
extremadamente fuerte porque sólo entonces puedes pretender ser
débil.

El orden y el desorden son una cuestión de organización; la
cobardía es una cuestión valentía y la de ímpetu; la fuerza y la
debilidad son una cuestión de la formación en la batalla.

Cuando un ejército tiene la fuerza del ímpetu (percepción),
incluso el tímido se vuelve valiente, cuando pierde la fuerza del
ímpetu, incluso el valiente se convierte en tímido. Nada está fijado
en las leyes de la guerra: éstas se desarrollan sobre la base del
ímpetu.

Con astucia se puede anticipar y lograr que los adversarios se
convenzan a sí mismos cómo proceder y moverse; les ayuda a caminar
por el camino que les traza. Hace moverse a los enemigos con la
perspectiva del triunfo, para que caigan en la emboscada.

Los buenos guerreros buscan la efectividad en la batalla a
partir de la fuerza del ímpetu (percepción) y no dependen sólo de la
fuerza de sus soldados. Son capaces de escoger a la mejor gente,
desplegarlos adecuadamente y dejar que la fuerza del ímpetu logre
sus objetivos.

Cuando hay entusiasmo, convicción, orden, organización,
recursos, compromiso de los soldados, tienes la fuerza del ímpetu, y
el tímido es valeroso. Así es posible asignar a los soldados por sus
capacidades, habilidades y encomendarle deberes y responsabilidades
adecuadas. El valiente puede luchar, el cuidadoso puede hacer de
centinela, y el inteligente puede estudiar, analizar y comunicar.
Cada cual es útil.

Hacer que los soldados luchen permitiendo que la fuerza del
ímpetu haga su trabajo es como hacer rodar rocas. Las rocas
permanecen inmóviles cuando están en un lugar plano, pero ruedan en
un plano inclinado; se quedan fijas cuando son cuadradas, pero giran
si son redondas. Por lo tanto, cuando se conduce a los hombres a la
batalla con astucia, el impulso es como rocas redondas que se
precipitan montaña abajo: ésta es la fuerza que produce la victoria.





Sobre lo lleno y lo vacío cap6



Los que anticipan, se preparan y llegan primero al campo de
batalla y esperan al adversario están en posición descansada; los
que llegan los últimos al campo de batalla, los que improvisan y
entablan la lucha quedan agotados.

Los buenos guerreros hacen que los adversarios vengan a ellos, y
de ningún modo se dejan atraer fuera de su fortaleza.

Si haces que los adversarios vengan a ti para combatir, su
fuerza estará siempre vacía. Si no sales a combatir, tu fuerza
estará siempre llena. Este es el arte de vaciar a los demás y de
llenarte a ti mismo.

Lo que impulsa a los adversarios a venir hacia ti por propia
decisión es la perspectiva de ganar. Lo que desanima a los
adversarios de ir hacia ti es la probabilidad de sufrir daños.

Cuando los adversarios están en posición favorable, debes
cansarlos. Cuando están bien alimentados, cortar los suministros.
Cuando están descansando, hacer que se pongan en movimiento.

Ataca inesperadamente, haciendo que los adversarios se agoten
corriendo para salvar sus vidas. Interrumpe sus provisiones, arrasa
sus campos y corta sus vías de aprovisionamiento.

Aparece en lugares críticos y ataca donde menos se lo esperen,
haciendo que tengan que acudir al rescate. Aparece donde no puedan
ir, se dirige hacia donde menos se lo esperen. Para desplazarte
cientos de kilómetros sin cansancio, atraviesa tierras despobladas.
Atacar un espacio abierto no significa sólo un espacio en el que el
enemigo no tiene defensa. Mientras su defensa no sea estricta - el
lugar no esté bien guardado -, los enemigos se desperdigarán ante
ti, como si estuvieras atravesando un territorio despoblado.

Para tomar infaliblemente lo que atacas, ataca donde no haya
defensa. Para mantener una defensa infaliblemente segura, defiende
donde no haya ataque.

Así, en el caso de los que son expertos en el ataque, sus
enemigos no saben por dónde atacar.

Cuando se cumplen las instrucciones, las personas son
sinceramente leales y comprometidas, los planes y preparativos para
la defensa implantados con firmeza, siendo tan sutil y reservado que
no se revelan las estrategias de ninguna forma, y los adversarios se
sienten inseguros, y su inteligencia no les sirve para nada.

Sé extremadamente sutil, discreto, hasta el punto de no tener
forma. Sé completamente misterioso y confidencial, hasta el punto de
ser silencioso. De esta manera podrás dirigir el destino de tus
adversarios.

Para avanzar sin encontrar resistencia, arremete por sus puntos
débiles. Para retirarte de manera esquiva, sé más rápido que ellos.

Las situaciones militares se basan en la velocidad: llega como
el viento, muévete como el relámpago, y los adversarios no podrán
vencerte.

Por lo tanto, cuando quieras entrar en batalla, incluso si el
adversario está atrincherado en una posición defensiva, no podrá
evitar luchar si atacas en el lugar en el que debe acudir
irremediablemente al rescate.

Cuando no quieras entrar en batalla, incluso si trazas una línea
en el terreno que quieres conservar, el adversario no puede combatir
contigo porque le das una falsa pista.

Esto significa que cuando los adversarios llegan para atacarte,
no luchas con ellos, sino que estableces un cambio estratégico para
confundirlos y llenarlos de incertidumbre.

Por consiguiente, cuando induces a otros a efectuar una
formación, mientras que tú mismo permaneces sin forma, estás
concentrado, mientras que tu adversario está dividido.

Haz que los adversarios vean como extraordinario lo que es
ordinario para ti; haz que vean como ordinario lo que es
extraordinario para ti. Esto es inducir al enemigo a efectuar una
formación. Una vez vista la formación del adversario, concentras tus
tropas contra él. Como tu formación no está a la vista, el
adversario dividirá seguramente sus fuerzas.

Cuando estás concentrado formando una sola fuerza, mientras que
el enemigo está dividido en diez, estás atacando a una concentración
de uno contra diez, así que tus fuerzas superan a las suyas.

Si puedes atacar a unos pocos soldados con muchos, diezmarás el
número de tus adversarios.

Cuando estás fuertemente atrincherado, te has hecho fuerte tras
buenas barricadas, y no dejas filtrar ninguna información sobre tus
fuerzas, sal afuera sin formación precisa, ataca y conquista de
manera incontenible.

No han de conocer dónde piensas librar la batalla, porque cuando
no se conoce, el enemigo destaca muchos puestos de vigilancia, y en
el momento en el que se establecen numerosos puestos sólo tienes que
combatir contra pequeñas unidades.

Así pues, cuando su vanguardia está preparada, su retaguardia es
defectuosa, y cuando su retaguardia está preparada, su vanguardia
presenta puntos débiles.

Las preparaciones de su ala derecha significarán carencia en su
ala izquierda. Las preparaciones por todas partes significará ser
vulnerable por todas partes.

Esto significa que cuando las tropas están de guardia en muchos
lugares, están forzosamente desperdigadas en pequeñas unidades.

Cuando se dispone de pocos soldados se está a la defensiva
contra el adversario el que dispone de muchos hace que el enemigo
tenga que defenderse.

Cuantas más defensas induces a adoptar a tu enemigo, más
debilitado quedará.

Así, si conoces el lugar y la fecha de la batalla, puedes acudir
a ella aunque estés a mil kilómetros de distancia. Si no conoces el
lugar y la fecha de la batalla, entonces tu flanco izquierdo no
puede salvar al derecho, tu vanguardia no puede salvar a tu
retaguardia, y tu retaguardia no puede salvar a tu vanguardia, ni
siquiera en un territorio de unas pocas docenas de kilómetros.

Si tienes muchas más tropas que los demás, ¿cómo puede ayudarte
este factor para obtener la victoria?

Si no conoces el lugar y la fecha de la batalla, aunque tus
tropas sean más numerosas que las de ellos, ¿cómo puedes saber si
vas a ganar o a perder?

Así pues, se dice que la victoria puede ser creada.

Si haces que los adversarios no sepan el lugar y la fecha de la
batalla, siempre puedes vencer.

Incluso si los enemigos son numerosos, puede hacerse que no
entren en combate.

Por tanto, haz tu valoración sobre ellos para averiguar sus
planes, y determinar qué estrategia puede tener éxito y cuál no.
Incítalos a la acción para descubrir cuál es el esquema general de
sus movimientos y descansa.

Haz algo por o en contra de ellos para su atención, de manera
que puedas de ellos para atraer descubrir sus hábitos de
comportamiento de ataque y de defensa.

Indúcelos a adoptar formaciones específicas, para conocer sus
puntos flacos.

Esto significa utilizar muchos métodos para confundir y
perturbar al enemigo con el objetivo de observar sus formas de
respuesta hacia ti; después de haberlas observado, actúas en
consecuencia, de manera que puedes saber qué clase de situaciones
significan vida y cuáles significan muerte.

Pruébalos para averiguar sus puntos fuertes y sus puntos
débiles. Por lo tanto, el punto final de la formación de un ejército
es llegar a la no forma. Cuando no tienes forma, los informadores no
pueden descubrir nada, ya que la información no puede crear una
estrategia.

Una vez que no tienes forma perceptible, no dejas huellas que
puedan ser seguidas, los informadores no encuentran ninguna grieta
por donde mirar y los que están a cargo de la planificación no
pueden establecer ningún plan realizable.

La victoria sobre multitudes mediante formaciones precisas debe
ser desconocida par las multitudes. Todo el mundo conoce la forma
mediante la que resultó vencedor, pero nadie conoce la forma
mediante la que aseguró la victoria.

En consecuencia, la victoria en la guerra no es repetitiva, sino
que adapta su forma continuamente.

Determinar los cambios apropiados, significa no repetir las
estrategias previas para obtener la victoria. Para lograrla, puedo
adaptarme desde el principio a cualquier formación que los
adversarios puedan adoptar.

Las formaciones son como el agua: la naturaleza del agua es
evitar lo alto e ir hacia abajo; la naturaleza de los ejércitos es
evitar lo lleno y atacar lo vacío; el flujo del agua está
determinado par la tierra; la victoria viene determinada por el
adversario.

Así pues, un ejército no tiene formación constante, lo mismo que
el agua no tiene forma constante: se llama genio a la capacidad de
obtener la victoria cambiando y adaptándose según el enemigo.

Sobre el enfrentamiento directo e indirecto cap7



La regla ordinaria para el uso del ejército es que el mando del
ejército reciba órdenes de las autoridades civiles y después reúne y
concentra a las tropas, acuartelándolas juntas. Nada es más difícil
que la lucha armada.

Luchar con otros cara a cara para conseguir ventajas es lo más
arduo del mundo.

La dificultad de la lucha armada es hacer cercanas las
distancias largas y convertir los problemas en ventajas.

Mientras que das la apariencia de estar muy lejos, empiezas tu
camino y llegas antes que el enemigo.

Por lo tanto, haces que su ruta sea larga, atrayéndole con la
esperanza de ganar. Cuando emprendes la marcha después que los otros
y llegas antes que ellos, conoces la estrategia de hacer que las
distancias sean cercanas.

Sírvete de una unidad especial para engañar al enemigo
atrayéndole a una falsa persecución, haciéndole creer que el grueso
de tus fuerzas está muy lejos; entonces, lanzas una fuerza de ataque
sorpresa que llega antes, aunque emprendió el camino después.

Por consiguiente, la lucha armada puede ser provechosa y puede
ser peligrosa.

Para el experto es provechosa, para el inexperto peligrosa.

Movilizar a todo el ejército para el combate en aras de obtener
alguna ventaja tomaría mucho tiempo, pero combatir por una ventaja
con un ejército incompleto tendría como resultado una falta de
recursos.

Si te movilizas rápidamente y sin parar día y noche, recorriendo
el doble de la distancia habitual, y si luchas por obtener alguna
ventaja a miles de kilómetros, tus jefes militares serán hechos
prisioneros. Los soldados que sean fuertes llegarán allí primero,
los más cansados llegarán después - como regla general, sólo lo
conseguirá uno de cada diez.

Cuando la ruta es larga las tropas se cansan; si han gastado su
fuerza en la movilización, llegan agotadas mientras que sus
adversarios están frescos; así pues, es seguro que serán atacadas.

Combatir por una ventaja a cincuenta kilómetros de distancia
frustrará los planes del mando, y, como regla general, sólo la mitad
de los soldados lo harán.

Si se combate por obtener una ventaja a treinta kilómetros de
distancia, sólo dos de cada tres soldados los recorrerán.

Así pues, un ejército perece si no está equipado, si no tiene
provisiones o si no tiene dinero.

Estas tres cosas son necesarias: no puedes combatir para ganar
con un ejército no equipado, o sin provisiones, lo que el dinero
facilita.

Por tanto, si ignoras los planes de tus rivales, no puedes hacer
alianzas precisas.

A menos que conozcas las montañas y los bosques, los
desfiladeros y los pasos, y la condición de los pantanos, no puedes
maniobrar con una fuerza armada. A menos que utilices guías locales,
no puedes aprovecharte de las ventajas del terreno.

Sólo cuando conoces cada detalle de la condición del terreno
puedes maniobrar y guerrear.

Por consiguiente, una fuerza militar se usa según la estrategia
prevista, se moviliza mediante la esperanza de recompensa, y se
adapta mediante la división y la combinación.

Una fuerza militar se establece mediante la estrategia en el
sentido de que distraes al enemigo para que no pueda conocer cuál es
tu situación real y no pueda imponer su supremacía. Se moviliza
mediante la esperanza de recompensa, en el sentido de que entra en
acción cuando ve la posibilidad de obtener una ventaja. Dividir y
volver a hacer combinaciones de tropas se hace para confundir al
adversario y observar cómo reacciona frente a ti; de esta manera
puedes adaptarte para obtener la victoria.

Por eso, cuando una fuerza militar se mueve con rapidez es como
el viento; cuando va lentamente es como el bosque; es voraz como el
fuego e inmóvil como las montañas.

Es rápida como el viento en el sentido que llega sin avisar y
desaparece como el relámpago. Es como un bosque porque tiene un
orden. Es voraz como el fuego que devasta una planicie sin dejar
tras sí ni una brizna de hierba. Es inmóvil como una montaña cuando
se acuartela.

Es tan difícil de conocer como la oscuridad; su movimiento es
como un trueno que retumba.

Para ocupar un lugar, divide a tus tropas. Para expandir tu
territorio, divide los beneficios.

La regla general de las operaciones militares es desproveer de
alimentos al enemigo todo lo que se pueda. Sin embargo, en
localidades donde la gente no tiene mucho, es necesario dividir a
las tropas en grupos más pequeños para que puedan tomar en diversas
partes lo que necesitan, ya que sólo así tendrán suficiente.

En cuanto a dividir el botín, significa que es necesario
repartirlo entre las tropas para guardar lo que ha sido ganado, no
dejando que el enemigo lo recupere.

Actúa después de haber hecho una estimación. Gana el que conoce
primero la medida de lo que está lejos y lo que está cerca: ésta es
la regla general de la lucha armada.

El primero que hace el movimiento es el "invitado", el último es
el "anfitrión". El "invitado" lo tiene difícil, el "anfitrión lo
tiene fácil". Cerca y lejos significan desplazamiento: el cansancio,
el hambre y el frío surgen del desplazamiento.

Un antiguo libro que trata de asuntos militares dice: "Las
palabras no son escuchadas, par eso se hacen los símbolos y los
tambores. Las banderas y los estandartes se hacen a causa de la
ausencia de visibilidad". Símbolos, tambores, banderas y estandartes
se utilizan para concentrar y unificar los oídos y los ojos de los
soldados. Una vez que están unificados, el valiente no puede actuar
solo, ni el tímido puede retirarse solo: ésta es la regla general
del empleo de un grupo.

Unificar los oídos y los ojos de los soldados significa hacer
que miren y escuchen al unísono de manera que no caigan en la
confusión y el desorden. La señales se utilizan para indicar
direcciones e impedir que los individuos vayan a donde se les antoje.

Así pues, en batallas nocturnas, utiliza fuegos y tambores, y en
batallas diurnas sírvete de banderas y estandartes, para manipular
los oídos y los ojos de los soldados.

Utiliza muchas señales para confundir las percepciones del
enemigo y hacerle temer tu temible poder militar.

De esta forma, haces desaparecer la energía de sus ejércitos y
desmoralizas a sus generales.

En primer lugar, has de ser capaz de mantenerte firme en tu
propio corazón; sólo entonces puedes desmoralizar a los generales
enemigos. Por esto, la tradición afirma que los habitantes de otros
tiempos tenían la firmeza para desmoralizar, y la antigua ley de los
que conducían carros de combate decía que cuando la mente original
es firme, la energía fresca es victoriosa.

De este modo, la energía de la mañana está llena de ardor, la
del mediodía decae y la energía de la noche se retira; en
consecuencia, los expertos en el manejo de las armas prefieren la
energía entusiasta, atacan la decadente y la que se bate en
retirada. Son ellos los que dominan la energía.

Cualquier débil en el mundo se dispone a combatir en un minuto
si se siente animado, pero cuando se trata realmente de tomar las
armas y de entrar en batalla, es poseído por la energía; cuando esta
energía se desvanece, se detendrá, estará asustado y se arrepentirá
de haber comenzado. La razón por la que esa clase de ejércitos miran
por encima del hombro a enemigos fuertes, lo mismo que miran a las
doncellas vírgenes, es porque se están aprovechando de su
agresividad, estimulada por cualquier causa.

Utilizar el orden para enfrentarse al desorden, utilizar la
calma para enfrentarse con los que se agitan, esto es dominar el
corazón.

A menos que tu corazón esté totalmente abierto y tu mente en
orden, no puedes esperar ser capaz de adaptarte a responder sin
límites, a manejar los acontecimientos de manera infalible, a
enfrentarte a dificultades graves e inesperadas sin turbarte,
dirigiendo cada cosa sin confusión.

Dominar la fuerza es esperar a los que vienen de lejos, aguardar
con toda comodidad a los que se han fatigado, y con el estómago
saciado a los hambrientos.

Esto es lo que se quiere decir cuando se habla de atraer a otros
hacia donde estás, al tiempo que evitas ser inducido a ir hacia
donde están ellos.

Evitar la confrontación contra formaciones de combate bien
ordenadas y no atacar grandes batallones constituye el dominio de la
adaptación.

Por tanto, la regla general de las operaciones militares es no
enfrentarse a una gran montaña ni oponerse al enemigo de espaldas a
ésta.

Esto significa que si los adversarios están en un terreno
elevado, no debes atacarles cuesta arriba, y que cuando efectúan una
carga cuesta abajo, no debes hacerles frente.

No persigas a los enemigos cuando finjan una retirada, ni
ataques tropas expertas.

Si los adversarios huyen de repente antes de agotar su energía,
seguramente hay emboscadas esperándote para atacar a tus tropas; en
este caso, debes retener a tus oficiales para que no se lancen en su
persecución.

No consumas la comida de sus soldados.

Si el enemigo abandona de repente sus provisiones, éstas han de
ser probadas antes de ser comidas, por si están envenenadas.

No detengas a ningún ejército que esté en camino a su país.

Bajo estas circunstancias, un adversario luchará hasta la
muerte. Hay que dejarle una salida a un ejército rodeado.

Muéstrales una manera de salvar la vida para que no estén
dispuestos a luchar hasta la muerte, y así podrás aprovecharte para
atacarles.

No presiones a un enemigo desesperado.

Un animal agotado seguirá luchando, pues esa es la ley de la
naturaleza.

Estas son las leyes de las operaciones militares.





Sobre los nueve cambios cap8



Por lo general, las operaciones militares están bajo el del
gobernante civil para dirigir al ejército.

El General no debe levantar su campamento en un terreno difícil.
Deja que se establezcan relaciones diplomáticas en las fronteras. No
permanezcas en un territorio árido ni aislado.

Cuando te halles en un terreno cerrado, prepara alguna
estrategia y muévete. Cuando te halles en un terreno mortal, lucha.

Terreno cerrado significa que existen lugares escarpados que te
rodean por todas partes, de manera que el enemigo tiene movilidad,
que puede llegar e irse con libertad, pero a ti te es difícil salir
y volver.

Cada ruta debe ser estudiada para que sea la mejor. Hay rutas
que no debes usar, ejércitos que no han de ser atacados, ciudades
que no deben ser rodeadas, terrenos sobre los que no se debe
combatir, y órdenes de gobernantes civiles que no deben ser
obedecidas.

En consecuencia, los generales que conocen las variables
posibles para aprovecharse del terreno sabe cómo manejar las fuerzas
armadas. Si los generales no saben cómo adaptarse de manera
ventajosa, aunque conozcan la condición del terreno, no pueden
aprovecharse de él.

Si están al mando de ejércitos, pero ignoran las artes de la
total adaptabilidad, aunque conozcan el objetivo a lograr, no pueden
hacer que los soldados luchen por él.

Si eres capaz de ajustar la campaña cambiar conforme al ímpetu
de las fuerzas, entonces la ventaja no cambia, y los únicos que son
perjudicados son los enemigos. Por esta razón, no existe una
estructura permanente. Si puedes comprender totalmente este
principio, puedes hacer que los soldados actúen en la mejor forma
posible.

Por lo tanto, las consideraciones de la persona inteligente
siempre incluyen el analizar objetivamente el beneficio y el daño.
Cuando considera el beneficio, su acción se expande; cuando
considera el daño, sus problemas pueden resolverse.

El beneficio y el daño son interdependientes, y los sabios los
tienen en cuenta.

Por ello, lo que retiene a los adversarios es el daño, lo que
les mantiene ocupados es la acción, y lo que les motiva es el
beneficio.

Cansa a los enemigos manteniéndolos ocupados y no dejándoles
respirar. Pero antes de lograrlo, tienes que realizar previamente tu
propia labor. Esa labor consiste en desarrollar un ejército fuerte,
un pueblo próspero, una sociedad armoniosa y una manera ordenada de
vivir.

Así pues, la norma general de las operaciones militares consiste
en no contar con que el enemigo no acuda, sino confiar en tener los
medios de enfrentarte a él; no contar con que el adversario no
ataque, sino confiar en poseer lo que no puede ser atacado.

Si puedes recordar siempre el peligro cuando estás a salvo y el
caos en tiempos de orden, permanece atento al peligro y al caos
mientras no tengan todavía forma, y evítalos antes de que se
presenten; ésta es la mejor estrategia de todas.

Por esto, existen cinco rasgos que son peligrosos en los
generales. Los que están dispuestos a morir, pueden perder la vida;
los que quieren preservar la vida, pueden ser hechos prisioneros;
los que son dados a los apasionamientos irracionales, pueden ser
ridiculizados; los que son muy puritanos, pueden ser deshonrados;
los que son compasivos, pueden ser turbados.

Si te presentas en un lugar que con toda seguridad los enemigos
se precipitarán a defender, las personas compasivas se apresurarán
invariablemente a rescatar a sus habitantes, causándose a sí mismos
problemas y cansancio.

Estos son cinco rasgos que constituyen defectos en los generales
y que son desastrosos para las operaciones militares.

Los buenos generales son de otra manera: se comprometen hasta la
muerte, pero no se aferran a la esperanza de sobrevivir; actúan de
acuerdo con los acontecimientos, en forma racional y realista, sin
dejarse llevar por las emociones ni estar sujetos a quedar
confundidos. Cuando ven una buena oportunidad, son como tigres, en
caso contrario cierran sus puertas. Su acción y su no acción son
cuestiones de estrategia, y no pueden ser complacidos ni enfadados.





Sobre la distribución de los medios cap9



Las maniobras militares son el resultado de los planes y las
estrategias en la manera más ventajosa para ganar. Determinan la
movilidad y efectividad de las tropas.

Si vas a colocar tu ejército en posición de observar al enemigo,
atraviesa rápido las montañas y vigílalos desde un valle.

Considera el efecto de la luz y mantente en la posición más
elevada del valle. Cuando combatas en una montaña, ataca desde
arriba hacia abajo y no al revés.

Combate estando cuesta abajo y nunca cuesta arriba. Evita que el
agua divida tus fuerzas, aléjate de las condiciones desfavorables lo
antes que te sea posible. No te enfrentes a los enemigos dentro del
agua; es conveniente dejar que pasen la mitad de sus tropas y en ese
momento dividirlas y atacarlas.

No te sitúes río abajo. No camines en contra de la corriente, ni
en contra del viento.

Si acampas en la ribera de un río, tus ejércitos pueden ser
sorprendidos de noche, empujados a ahogarse o se les puede colocar
veneno en la corriente. Tus barcas no deben ser amarradas corriente
abajo, para impedir que el enemigo aproveche la corriente lanzando
sus barcas contra ti. Si atraviesas pantanos, hazlo rápidamente. Si
te encuentras frente a un ejército en media de un pantano, permanece
cerca de sus plantas acuáticas o respaldado por los árboles.

En una llanura, toma posiciones desde las que sea fácil
maniobrar, manteniendo las elevaciones del terreno detrás y a tu
derecha, estando las partes más bajas delante y las más altos detrás.

Generalmente, un ejército prefiere un terreno elevado y evita un
terreno bajo, aprecia la luz y detesta la oscuridad.

Los terrenos elevados son estimulantes, y por lo tanto, la gente
se halla a gusto en ellos, además son convenientes para adquirir la
fuerza del ímpetu. Los terrenos bajos son húmedos, lo cual provoca
enfermedades y dificulta el combate.

Cuida de la salud física de tus soldados con los mejores
recursos disponibles.

Cuando no existe la enfermedad en un ejército, se dice que éste
es invencible.

Donde haya montículos y terraplenes, sitúate en su lado soleado,
manteniéndolos siempre a tu derecha y detrás.

Colocarse en la mejor parte del terreno es ventajoso para una
fuerza militar.

La ventaja en una operación militar consiste en aprovecharse de
todos los factores beneficiosos del terreno.

Cuando llueve río arriba y la corriente trae consigo la espuma,
si quieres cruzarlo, espera a que escampe.

Siempre que un terreno presente barrancos infranqueables,
lugares cerrados, trampas, riesgos, grietas y prisiones naturales,
debes abandonarlo rápidamente y no acercarte a él. En lo que a mí
concierne, siempre me mantengo alejado de estos accidentes del
terreno, de manera que los adversarios estén más cerca que yo de
ellos; doy la cara a estos accidentes, de manera que queden a
espaldas del enemigo.

Entonces estás en situación ventajosa, y él tiene condiciones
desfavorables.

Cuando un ejército se está desplazando, si atraviesa territorios
montañosos con muchas corrientes de agua y pozos, o pantanos
cubiertos de juncos, o bosques vírgenes llenos de árboles y
vegetación, es imprescindible escudriñarlos totalmente y con
cuidado, ya que estos lugares ayudan a las emboscadas y a los espías.

Es esencial bajar del caballo y escudriñar el terreno, por si
existen tropas escondidas para tenderte una emboscada. También
podría ser que hubiera espías al acecho observándote y escuchando
tus instrucciones y movimientos.

Cuando el enemigo está cerca, pero permanece en calma, quiere
decir que se halla en una posición fuerte. Cuando está lejos pero
intenta provocar hostilidades, quiere que avances. Si, además, su
posición es accesible, eso quiere decir que le es favorable.

Si un adversario no conserva la posición que le es favorable por
las condiciones del terreno y se sitúa en otro lugar conveniente,
debe ser porque existe alguna ventaja táctica para obrar de esta
manera.

Si se mueven los árboles, es que el enemigo se está acercando.
Si hay obstáculos entre los matorrales, es que has tomado un mal
camino.

La idea de poner muchos obstáculos entre la maleza es hacerte
pensar que existen tropas emboscadas escondidas en medio de ella.

Si los pájaros alzan el vuelo, hay tropas emboscadas en el
lugar. Si los animales están asustados, existen tropas atacantes. Si
se elevan columnas de polvo altas y espesas, hay carros que se están
acercando; si son bajas y anchas, se acercan soldados a pie.
Humaredas esparcidas significan que se está cortando leña. Pequeñas
polvaredas que van y vienen indican que hay que levantar el
campamento.

Si los emisarios del enemigo pronuncian palabras humildes
mientras que éste incrementa sus preparativos de guerra, esto quiere
decir que va a avanzar. Cuando se pronuncian palabras altisonantes y
se avanza ostentosamente, es señal de que el enemigo se va a retirar.

Si sus emisarios vienen con palabras humildes, envía espías para
observar al enemigo y comprobarás que está aumentando sus
preparativos de guerra.

Cuando los carros ligeros salen en primer lugar y se sitúan en
los flancos, están estableciendo un frente de batalla.

Si los emisarios llegan pidiendo la paz sin firmar un tratado,
significa que están tramando algún complot.

Si el enemigo dispone rápidamente a sus carros en filas de
combate, es que está esperando refuerzos.

No se precipitarán para un encuentro ordinario si no entienden
que les ayudará, o debe haber una fuerza que se halla a distancia y
que es esperada en un determinado momento para unir sus tropas y
atacarte. Conviene anticipar, prepararse inmediatamente para esta
eventualidad.

Si la mitad de sus tropas avanza y la otra mitad retrocede, es
que el enemigo piensa atraerte a una trampa.

El enemigo está fingiendo en este caso confusión y desorden para
incitarte a que avances.

Si los soldados enemigos se apoyan unos en otros, es que están
hambrientos.

Si los aguadores beben en primer lugar, es que las tropas están
sedientas.

Si el enemigo ve una ventaja pero no la aprovecha, es que está
cansado.

Si los pájaros se reúnen en el campo enemigo, es que el lugar
está vacío.

Si hay pájaros sobrevolando una ciudad, el ejército ha huido.

Si se producen llamadas nocturnas, es que los soldados enemigos
están atemorizados. Tienen miedo y están inquietos, y por eso se
llaman unos a otros.

Si el ejército no tiene disciplina, esto quiere decir que el
general no es tomado en serio.

Si los estandartes se mueven, es que está sumido en la confusión.

Las señales se utilizan para unificar el grupo; así pues, si se
desplaza de acá para allá sin orden ni concierto, significa que sus
filas están confusas.

Si sus emisarios muestran irritación, significa que están
cansados.

Si matan sus caballos para obtener carne, es que los soldados
carecen de alimentos; cuando no tienen marmitas y no vuelven a su
campamento, son enemigos completamente desesperados.

Si se producen murmuraciones, faltas de disciplina y los
soldados hablan mucho entre sí, quiere decir que se ha perdido la
lealtad de la tropa.

Las murmuraciones describen la expresión de los verdaderos
sentimientos; las faltas de disciplina indican problemas con los
superiores. Cuando el mando ha perdido la lealtad de las tropas, los
soldados se hablan con franqueza entre sí sobre los problemas con
sus superiores.

Si se otorgan numerosas recompensas, es que el enemigo se halla
en un callejón sin salida; cuando se ordenan demasiados castigos, es
que el enemigo está desesperado.

Cuando la fuerza de su ímpetu está agotada, otorgan constantes
recompensas para tener contentos a los soldados, para evitar que se
rebelen en masa. Cuando los soldados están tan agotados que no
pueden cumplir las órdenes, son castigados una y otra vez para
restablecer la autoridad.

Ser violento al principio y terminar después temiendo a los
propios soldados es el colmo de la ineptitud.

Los emisarios que acuden con actitud conciliatoria indican que
el enemigo quiere una tregua.

Si las tropas enemigas se enfrentan a ti con ardor, pero demoran
el momento de entrar en combate sin abandonar no obstante el
terreno, has de observarlos cuidadosamente.

Están preparando un ataque por sorpresa.

En asuntos militares, no es necesariamente más beneficioso ser
superior en fuerzas, sólo evitar actuar con violencia innecesaria;
es suficiente con consolidar tu poder, hacer estimaciones sobre el
enemigo y conseguir reunir tropas; eso es todo.

El enemigo que actúa aisladamente, que carece de estrategia y
que toma a la ligera a sus adversarios, inevitablemente acabará
siendo derrotado.

Si tu plan no contiene una estrategia de retirada o posterior al
ataque, sino que confías exclusivamente en la fuerza de tus
soldados, y tomas a la ligera a tus adversarios sin valorar su
condición, con toda seguridad caerás prisionero.

Si se castiga a los soldados antes de haber conseguido que sean
leales al mando, no obedecerán, y si no obedecen, serán difíciles de
emplear.

Tampoco podrán ser empleados si no se lleva a cabo ningún
castigo, incluso después de haber obtenido su lealtad.

Cuando existe un sentimiento subterráneo de aprecio y confianza,
y los corazones de los soldados están ya vinculados al mando, si se
relaja la disciplina, los soldados se volverán arrogantes y será
imposible emplearlos.

Por lo tanto, dirígelos mediante el arte civilizado y unifícalos
mediante las artes marciales; esto significa una victoria continua.

Arte civilizado significa humanidad, y artes marciales
significan reglamentos. Mándalos con humanidad y benevolencia,
unifícalos de manera estricta y firme. Cuando la benevolencia y la
firmeza son evidentes, es posible estar seguro de la victoria.

Cuando las órdenes se dan de manera clara, sencilla y
consecuente a las tropas, éstas las aceptan. Cuando las órdenes son
confusas, contradictorias y cambiantes las tropas no las aceptan o
no las entienden.

Cuando las órdenes son razonables, justas, sencillas, claras y
consecuentes, existe una satisfacción recíproca entre el líder y el
grupo.





Sobre la topología cap10



Algunos terrenos son fáciles, otros difíciles, algunos neutros,
otros estrechos, accidentados o abiertos.

Cuando el terreno sea accesible, sé el primero en establecer tu
posición, eligiendo las alturas soleadas; una posición que sea
adecuada para transportar los suministros; así tendrás ventaja
cuando libres la batalla.

Cuando estés en un terreno difícil de salir, estás limitado. En
este terreno, si tu enemigo no está preparado, puedes vencer si
sigues adelante, pero si el enemigo está preparado y sigues
adelante, tendrás muchas dificultades para volver de nuevo a él, lo
cual jugará en contra tuya.

Cuando es un terreno desfavorable para ambos bandos, se dice que
es un terreno neutro. En un terreno neutro, incluso si el adversario
te ofrece una ventaja, no te aproveches de ella: retírate,
induciendo a salir a la mitad de las tropas enemigas, y entonces cae
sobre él aprovechándote de esta condición favorable.

En un terreno estrecho, si eres el primero en llegar, debes
ocuparlo totalmente y esperar al adversario. Si él llega antes, no
lo persigas si bloquea los desfiladeros. Persíguelo sólo si no los
bloquea.

En terreno accidentado, si eres el primero en llegar, debes
ocupar sus puntos altos y soleados y esperar al adversario. Si éste
los ha ocupado antes, retírate y no lo persigas.

En un terreno abierto, la fuerza del ímpetu se encuentra
igualada, y es difícil provocarle a combatir de manera desventajosa
para él.

Entender estas seis clases de terreno es la responsabilidad
principal del general, y es imprescindible considerarlos.

Éstas son las configuraciones del terreno; los generales que las
ignoran salen derrotados.

Así pues, entre las tropas están las que huyen, la que se
retraen, las que se derrumban, las que se rebelan y las que son
derrotadas. Ninguna de estas circunstancias constituyen desastres
naturales, sino que son debidas a los errores de los generales.

Las tropas que tienen el mismo ímpetu, pero que atacan en
proporción de uno contra diez, salen derrotadas. Los que tienen
tropas fuertes pero cuyos oficiales son débiles, quedan retraídos.

Los que tienen soldados débiles al mando de oficiales fuertes,
se verán en apuros. Cuando los oficiales superiores están
encolerizados y son violentos, y se enfrentan al enemigo por su
cuenta y por despecho, y cuando los generales ignoran sus
capacidades, el ejército se desmoronará.

Como norma general, para poder vencer al enemigo, todo el mando
militar debe tener una sola intención y todas las fuerzas militares
deben cooperar.

Cuando los generales son débiles y carecen de autoridad, cuando
las órdenes no son claras, cuando oficiales y soldados no tienen
solidez y las formaciones son anárquicas, se produce revuelta.

Los generales que son derrotados son aquellos que son incapaces
de calibrar a los adversarios, entran en combate con fuerzas
superiores en número o mejor equipadas, y no seleccionan a sus
tropas según los niveles de preparación de las mismas.

Si empleas soldados sin seleccionar a los preparados de los no
preparados, a los arrojados y a los timoratos, te estás buscando tu
propia derrota.

Estas son las seis maneras de ser derrotado. La comprensión de
estas situaciones es la responsabilidad suprema de los generales y
deben ser consideradas.

La primera es no calibrar el número de fuerzas; la segunda, la
ausencia de un sistema claro de recompensas y castigos; la tercera,
la insuficiencia de entrenamiento; la cuarta es la pasión
irracional; la quinta es la ineficacia de la ley del orden; y la
sexta es el fallo de no seleccionar a los soldados fuertes y
resueltos.

La configuración del terreno puede ser un apoyo para el
ejército; para los jefes militares, el curso de la acción adecuada
es calibrar al adversario para asegurar la victoria y calcular los
riesgos y las distancias. Salen vencedores los que libran batallas
conociendo estos elementos; salen derrotados los que luchan
ignorándolos.

Por lo tanto, cuando las leyes de la guerra señalan una victoria
segura es claramente apropiado entablar batalla, incluso si el
gobierno ha dada órdenes de no atacar. Si las leyes de la guerra no
indican una victoria segura, es adecuado no entrar en batalla,
aunque el gobierno haya dada la orden de atacar. De este modo se
avanza sin pretender la gloria, se ordena la retirada sin evitar la
responsabilidad, con el único propósito de proteger a la población y
en beneficio también del gobierno; así se rinde un servicio valioso
a la nación.

Avanzar y retirarse en contra de las órdenes del gobierno no se
hace por interés personal, sino para salvaguardar las vidas de la
población y en auténtico beneficio del gobierno. Servidores de esta
talla son muy útiles para un pueblo.

Mira por tus soldados como miras por un recién nacido; así
estarán dispuestos a seguirte hasta los valles más profundos; cuida
de tus soldados como cuidas de tus queridos hijos, y morirán
gustosamente contigo.

Pero si eres tan amable con ellos que no los puedes utilizar, si
eres tan indulgente que no les puedes dar órdenes, tan informal que
no puedes disciplinarlos, tus soldados serán como niños mimados y,
por lo tanto, inservibles.

Las recompensas no deben utilizarse solas, ni debe confiarse
solamente en los castigos. En caso contrario, las tropas, como niños
mimosos, se acostumbran a disfrutar o a quedar resentidas por todo.
Esto es dañino y los vuelve inservibles. Si sabes que tus soldados
son capaces de atacar, pero ignoras si el enemigo es invulnerable a
un ataque, tienes sólo la mitad de posibilidades de ganar.

Si sabes que tu enemigo es vulnerable a un ataque, pero ignoras
si tus soldados son capaces de atacar, sólo tienes la mitad de
posibilidades de ganar. Si sabes que el enemigo es vulnerable a un
ataque, y tus soldados pueden llevarlo a cabo, pero ignoras si la
condición del terreno es favorable para la batalla, tienes la mitad
de probabilidades de vencer.

Por lo tanto, los que conocen las artes marciales no pierden el
tiempo cuando efectúan sus movimientos, ni se agotan cuando atacan.
Debido a esto se dice que cuando te conoces a ti mismo y conoces a
los demás, la victoria no es un peligro; cuando conoces el cielo y
la tierra, la victoria es inagotable.





Sobre las nueve clases de terreno cap11



Conforme a las leyes de las operaciones militares, existen nueve
clases de terreno. Si intereses locales luchan entre sí en su propio
territorio, a éste se le llama terreno de dispersión.

Cuando los soldados están apegados a su casa y combaten cerca de
su hogar, pueden ser dispersados con facilidad.

Cuando penetras en un territorio ajeno, pero no lo haces en
profundidad, a éste se le llama territorio ligero.

Esto significa que los soldados pueden regresar fácilmente.

El territorio que puede resultarte ventajoso si lo tomas, y
ventajoso al enemigo si es él quien lo conquista, se llama terreno
clave.

Un terreno de lucha inevitable es cualquier enclave defensivo o
paso estratégico.

Un territorio igualmente accesible para ti y para los demás se
llama terreno de comunicación.

El territorio que está rodeado por tres territorios rivales y es
el primero en proporcionar libre acceso a él a todo el mundo se
llama terreno de intersección.

El terreno de intersección es aquel en el que convergen las
principales vías de comunicación uniéndolas entre sí: sé el primero
en ocuparlo, y la gente tendrá que ponerse de tu lado. Si lo
obtienes, te encuentras seguro; si lo pierdes, corres peligro.

Cuando penetras en profundidad en un territorio ajeno, y dejas
detrás muchas ciudades y pueblos, a este terreno se le llama difícil.

Es un terreno del que es difícil regresar.

Cuando atraviesas montañas boscosas, desfiladeros abruptos u
otros accidentes difíciles de atravesar, a esto se le llama terreno
desfavorable.

Cuando el acceso es estrecho y la salida es tortuosa, de manera
que una pequeña unidad enemiga puede atacarte, aunque tus tropas
sean más numerosas, a éste se le llama terreno cercado.

Si eres capaz de una gran adaptación, puedes atravesar este
territorio.

Si sólo puedes sobrevivir en un territorio luchando con rapidez,
y si es fácil morir si no lo haces, a éste se le llama terreno
mortal.

Las tropas que se encuentran en un terreno mortal están en la
misma situación que si se encontraran en una barca que se hunde o en
una casa ardiendo.

Así pues, no combatas en un terreno de dispersión, no te
detengas en un terreno ligero, no ataques en un terreno clave
(ocupado por el enemigo), no dejes que tus tropas sean divididas en
un terreno de comunicación. En terrenos de intersección, establece
comunicaciones; en terrenos difíciles, entra aprovisionado; en
terrenos desfavorables, continúa marchando; en terrenos cercados,
haz planes; en terrenos mortales, lucha.

En un terreno de dispersión, los soldados pueden huir. Un
terreno ligero es cuando los soldados han penetrado en territorio
enemigo, pero todavía no tienen las espaldas cubiertas: por eso, sus
mentes no están realmente concentradas y no están listos para la
batalla. No es ventajoso atacar al enemigo en un terreno clave; lo
que es ventajoso es llegar el primero a él. No debe permitirse que
quede aislado el terreno de comunicación, para poder servirse de las
rutas de suministros. En terrenos de intersección, estarás a salvo
si estableces alianzas; si las pierdes, te encontrarás en peligro.
En terrenos difíciles, entrar aprovisionado significa reunir todo lo
necesario para estar allí mucho tiempo. En terrenos desfavorables,
ya que no puedes atrincherarte en ello, debes apresurarte a salir.
En terrenos cercados, introduce tácticas sorpresivas.

Si las tropas caen en un terreno mortal, todo el mundo luchará
de manera espontánea. Por esto se dice: "Sitúa a las tropas en un
terreno mortal y sobrevivirán".

Los que eran antes considerados como expertos en el arte de la
guerra eran capaces de hacer que el enemigo perdiera contacto entre
su vanguardia y su retaguardia, la confianza entre las grandes y las
pequeñas unidades, el interés recíproco par el bienestar de los
diferentes rangos, el apoyo mutuo entre gobernantes y gobernados, el
alistamiento de soldados y la coherencia de sus ejércitos. Estos
expertos entraban en acción cuando les era ventajoso, y se retenían
en caso contrario.

Introducían cambios para confundir al enemigo, atacándolos aquí
y allá, aterrorizándolos y sembrando en ellos la confusión, de tal
manera que no les daban tiempo para hacer planes.

Se podría preguntar cómo enfrentarse a fuerzas enemigas
numerosas y bien organizadas que se dirigen hacia ti. La respuesta
es quitarles en primer lugar algo que aprecien, y después te
escucharán.

La rapidez de acción es el factor esencial de la condición de la
fuerza militar, aprovechándose de los errores de los adversarios,
desplazándose por caminos que no esperan y atacando cuando no están
en guardia.

Esto significa que para aprovecharse de la falta de preparación,
de visión y de cautela de los adversarios, es necesario actuar con
rapidez, y que si dudas, esos errores no te servirán de nada.

En una invasión, por regla general, cuanto más se adentran los
invasores en el territorio ajeno, más fuertes se hacen, hasta el
punto de que el gobierno nativo no puede ya expulsarlos.

Escoge campos fértiles, y las tropas tendrán suficiente para
comer. Cuida de su salud y evita el cansancio, consolida su energía,
aumenta su fuerza. Que los movimientos de tus tropas y la
preparación de tus planes sean insondables.

Consolida la energía más entusiasta de tus tropas, ahorra las
fuerzas sobrantes, mantén en secreto tus formaciones y tus planes,
permaneciendo insondable para los enemigos, y espera a que se
produzca un punto vulnerable para avanzar.

Sitúa a tus tropas en un punto que no tenga salida, de manera
que tengan que morir antes de poder escapar. Porque, ¿ante la
posibilidad de la muerte, qué no estarán dispuestas a hacer? Los
guerreros dan entonces lo mejor de sus fuerzas. Cuando se hallan
ante un grave peligro, pierden el miedo. Cuando no hay ningún sitio
a donde ir, permanecen firmes; cuando están totalmente implicados en
un terreno, se aferran a él. Si no tienen otra opción, lucharán
hasta el final.

Por esta razón, los soldados están vigilantes sin tener que ser
estimulados, se alistan sin tener que ser llamados a filas, son
amistosos sin necesidad de promesas, y se puede confiar en ellos sin
necesidad de órdenes.

Esto significa que cuando los combatientes se encuentran en
peligro de muerte, sea cual sea su rango, todos tienen el mismo
objetivo, y, por lo tanto, están alerta sin necesidad de ser
estimulados, tienen buena voluntad de manera espontánea y sin
necesidad de recibir órdenes, y puede confiarse de manera natural en
ellos sin promesas ni necesidad de jerarquía.

Prohíbe los augurios para evitar las dudas, y los soldados nunca
te abandonarán. Si tus soldados no tienen riquezas, no es porque las
desdeñen. Si no tienen más longevidad, no es porque no quieran vivir
más tiempo. El día en que se da la orden de marcha, los soldados
lloran.

Así pues, una operación militar preparada con pericia debe ser
como una serpiente veloz que contraataca con su cola cuando alguien
le ataca por la cabeza, contraataca con la cabeza cuando alguien le
ataca por la cola y contraataca con cabeza y cola, cuando alguien le
ataca por el medio.

Esta imagen representa el método de una línea de batalla que
responde velozmente cuando es atacada. Un manual de ocho formaciones
clásicas de batalla dice: "Haz del frente la retaguardia, haz de la
retaguardia el frente, con cuatro cabezas y ocho colas. Haz que la
cabeza esté en todas partes, y cuando el enemigo arremeta por el
centro, cabeza y cola acudirán al rescate".

Puede preguntarse la cuestión de si es posible hacer que una
fuerza militar sea como una serpiente rápida. La respuesta es
afirmativa. Incluso las personas que se tienen antipatía,
encontrándose en el mismo barco, se ayudarán entre sí en caso de
peligro de zozobrar.

Es la fuerza de la situación la que hace que esto suceda.

Por esto, no basta con depositar la confianza en caballos atados
y ruedas fijadas.

Se atan los caballos para formar una línea de combate estable, y
se fijan las ruedas para hacer que los carros no se puedan mover.
Pero aun así, esto no es suficientemente seguro ni se puede confiar
en ello. Es necesario permitir que haya variantes a los cambios que
se hacen, poniendo a los soldados en situaciones mortales, de manera
que combatan de forma espontánea y se ayuden unos a otros codo con
codo: éste es el camino de la seguridad y de la obtención de una
victoria cierta.

La mejor organización es hacer que se exprese el valor y
mantenerlo constante. Tener éxito tanto con tropas débiles como con
tropas aguerridas se basa en la configuración de las circunstancias.

Si obtienes la ventaja del terreno, puedes vencer a los
adversarios, incluso con tropas ligeras y débiles; ¿cuánto más te
sería posible si tienes tropas poderosas y aguerridas? Lo que hace
posible la victoria a ambas clases de tropas es las circunstancias
del terreno.

Por lo tanto, los expertos en operaciones militares logran la
cooperación de la tropa, de tal manera que dirigir un grupo es como
dirigir a un solo individuo que no tiene más que una sola opción.

Corresponde al general ser tranquilo, reservado, justo y
metódico.

Sus planes son tranquilos y absolutamente secretos para que
nadie pueda descubrirlos. Su mando es justo y metódico, así que
nadie se atreve a tomarlo a la ligera.

Puede mantener a sus soldados sin información y en completa
ignorancia de sus planes.

Cambia sus acciones y revisa sus planes, de manera que nadie
pueda reconocerlos. Cambia de lugar su emplazamiento y se desplaza
por caminos sinuosos, de manera que nadie pueda anticiparse.

Puedes ganar cuando nadie puede entender en ningún momento
cuáles son tus intenciones.

Dice un Gran Hombre: "El principal engaño que se valora en las
operaciones militares no se dirige sólo a los enemigos, sino que
empieza por las propias tropas, para hacer que le sigan a uno sin
saber adónde van". Cuando un general fija una meta a sus tropas, es
como el que sube a un lugar elevado y después retira la escalera.
Cuando un general se adentra muy en el interior del territorio
enemigo, está poniendo a prueba todo su potencial.

Ha hecho quemar las naves a sus tropas y destruir sus casas; así
las conduce como un rebaño y todos ignoran hacia dónde se encaminan.

Incumbe a los generales reunir a los ejércitos y ponerlos en
situaciones peligrosas. También han de examinar las adaptaciones a
los diferentes terrenos, las ventajas de concentrarse o dispersarse,
y las pautas de los sentimientos y situaciones humanas.

Cuando se habla de ventajas y de desventajas de la concentración
y de la dispersión, quiere decir que las pautas de los
comportamientos humanos cambian según los diferentes tipos de
terreno.

En general, la pauta general de los invasores es unirse cuando
están en el corazón del territorio enemigo, pero tienden a
dispersarse cuando están en las franjas fronterizas. Cuando dejas tu
territorio y atraviesas la frontera en una operación militar, te
hallas en un terreno aislado.

Cuando es accesible desde todos los puntos, es un terreno de
comunicación.

Cuando te adentras en profundidad, estás en un terreno difícil.
Cuando penetras poco, estás en un terreno ligero.

Cuando a tus espaldas se hallen espesuras infranqueables y
delante pasajes estrechos, estás en un terreno cercado.

Cuando no haya ningún sitio a donde ir, se trata de un terreno
mortal.

Así pues, en un terreno de dispersión, yo unificaría las mentes
de los soldados. En un terreno ligero, las mantendría en contacto.
En un terreno clave, les haría apresurarse para tomarlo. En un
terreno de intersección, prestaría atención a la defensa. En un
terreno de comunicación, establecería sólidas alianzas. En un
terreno difícil, aseguraría suministros continuados. En un terreno
desfavorable, urgiría a mis tropas a salir rápidamente de él. En un
terreno cercado, cerraría las entradas. En un terreno mortal,
indicaría a mis tropas que no existe ninguna posibilidad de
sobrevivir.

Por esto, la psicología de los soldados consiste en resistir
cuando se ven rodeados, luchar cuando no se puede evitar, y obedecer
en casos extremos.

Hasta que los soldados no se ven rodeados, no tienen la
determinación de resistir al enemigo hasta alcanzar la victoria.
Cuando están desesperados, presentan una defensa unificada.

Por ello, los que ignoran los planes enemigos no pueden preparar
alianzas.

Los que ignoran las circunstancias del terreno no pueden hacer
maniobrar a sus fuerzas. Los que no utilizan guías locales no pueden
aprovecharse del terreno. Los militares de un gobierno eficaz deben
conocer todos estos factores.

Cuando el ejército de un gobierno eficaz ataca a un gran
territorio, el pueblo no se puede unir. Cuando su poder sobrepasa a
los adversarios, es imposible hacer alianzas.

Si puedes averiguar los planes de tus adversarios, aprovéchate
del terreno y haz maniobrar al enemigo de manera que se encuentre
indefenso; en este caso, ni siquiera un gran territorio puede reunir
suficientes tropas para detenerte.

Por lo tanto, si no luchas por obtener alianzas, ni aumentas el
poder de ningún país, pero extiendes tu influencia personal
amenazando a los adversarios, todo ello hace que el país y las
ciudades enemigas sean vulnerables.

Otorga recompensas que no estén reguladas y da órdenes
desacostumbradas.

Considera la ventaja de otorgar recompensas que no tengan
precedentes, observa cómo el enemigo hace promesas sin tener en
cuenta los códigos establecidos.

Maneja las tropas como si fueran una sola persona. Empléalas en
tareas reales, pero no les hables. Motívalas con recompensas, pero
no les comentes los perjuicios posibles.

Emplea a tus soldados sólo en combatir, sin comunicarles tu
estrategia. Déjales conocer los beneficios que les esperan, pero no
les hables de los daños potenciales. Si la verdad se filtra, tu
estrategia puede hundirse. Si los soldados empiezan a preocuparse,
se volverán vacilantes y temerosos.

Colócalos en una situación de posible exterminio, y entonces
lucharán para vivir. Ponles en peligro de muerte, y entonces
sobrevivirán. Cuando las tropas afrontan peligros, son capaces de
luchar para obtener la victoria.

Así pues, la tarea de una operación militar es fingir acomodarse
a las intenciones del enemigo. Si te concentras totalmente en éste,
puedes matar a su general aunque estés a kilómetros de distancia. A
esto se llama cumplir el objetivo con pericia.

Al principio te acomodas a sus intenciones, después matas a sus
generales: ésta es la pericia en el cumplimiento del objetivo.

Así, el día en que se declara la guerra, se cierran las
fronteras, se rompen los salvoconductos y se impide el paso de
emisarios.

Los asuntos se deciden rigurosamente desde que se comienza a
planificar y establecer la estrategia desde la casa o cuartel
general.

El rigor en los cuarteles generales en la fase de planificación
se refiere al mantenimiento del secreto.

Cuando el enemigo ofrece oportunidades, aprovéchalas
inmediatamente.

Entérate primero de lo que pretende, y después anticípate a él.
Mantén la disciplina y adáptate al enemigo, para determinar el
resultado de la guerra. Así, al principio eres como una doncella y
el enemigo abre sus puertas; entonces, tú eres como una liebre
suelta, y el enemigo no podrá expulsarte.





Sobre el arte de atacar por el fuego cap12



Existen cinco clases de ataques mediante el fuego: quemar a las
personas, quemar los suministros, quemar el equipo, quemar los
almacenes y quemar las armas.

El uso del fuego tiene que tener una base, y exige ciertos
medios. Existen momentos adecuados para encender fuegos,
concretamente cuando el tiempo es seco y ventoso.

Normalmente, en ataques mediante el fuego es imprescindible
seguir los cambios producidos por éste. Cuando el fuego está dentro
del campamento enemigo, prepárate rápidamente desde fuera. Si los
soldados se mantienen en calma cuando el fuego se ha declarado,
espera y no ataques. Cuando el fuego alcance su punto álgido,
síguelo, si puedes; si no, espera.

En general, el fuego se utiliza para sembrar la confusión en el
enemigo y así poder atacarle.

Cuando el fuego puede ser prendido en campo abierto, no esperes
a hacerlo en su interior; hazlo cuando sea oportuno.

Cuando el fuego sea atizado par el viento, no ataques en
dirección contraria a éste.

No es eficaz luchar contra el ímpetu del fuego, porque el
enemigo luchará en este caso hasta la muerte.

Si ha soplado el viento durante el día, a la noche amainará.

Un viento diurno cesará al anochecer; un viento nocturno cesará
al amanecer.

Los ejércitos han de saber que existen variantes de las cinco
clases de ataques mediante el fuego, y adaptarse a éstas de manera
racional.

No basta saber cómo atacar a los demás con el fuego, es
necesario saber cómo impedir que los demás te ataquen a ti.

Así pues, la utilización del fuego para apoyar un ataque
significa claridad, y la utilización del agua para apoyar un ataque
significa fuerza. El agua puede incomunicar, pero no puede arrasar.

El agua puede utilizarse para dividir a un ejército enemigo, de
manera que su fuerza se desuna y la tuya se fortalezca.

Ganar combatiendo o llevar a cabo un asedio victorioso sin
recompensar a los que han hecho méritos trae mala fortuna y se hace
merecedor de ser llamado avaro. Por eso se dice que un gobierno
esclarecido lo tiene en cuenta y que un buen mando militar
recompensa el mérito. No moviliza a sus tropas cuando no hay
ventajas que obtener, ni actúa cuando no hay nada que ganar, ni
luchan cuando no existe peligro.

Las armas son instrumentos de mal augurio, y la guerra es un
asunto peligroso. Es indispensable impedir una derrota desastrosa, y
por lo tanto, no vale la pena movilizar un ejército por razones
insignificantes: Las armas sólo deben utilizarse cuando no existe
otro remedio.

Un gobierno no debe movilizar un ejército por ira, y los jefes
militares no deben provocar la guerra por cólera.

Actúa cuando sea beneficioso; en caso contrario, desiste. La ira
puede convertirse en alegría, y la cólera puede convertirse en
placer, pero un pueblo destruido no puede hacérsele renacer, y la
muerte no puede convertirse en vida. En consecuencia, un gobierno
esclarecido presta atención a todo esto, y un buen mando militar lo
tiene en cuenta. Ésta es la manera de mantener a la nación a salvo y
de conservar intacto a su ejército.





Sobre la concordia y la discordia cap13



Una Operación militar significa un gran esfuerzo para el pueblo,
y la guerra puede durar muchos años para obtener una victoria de un
día. Así pues, fallar en conocer la situación de los adversarios por
economizar en aprobar gastos para investigar y estudiar a la
oposición es extremadamente inhumano, y no es típico de un buen jefe
militar, de un consejero de gobierno, ni de un gobernante
victorioso. Por lo tanto, lo que posibilita a un gobierno
inteligente y a un mando militar sabio vencer a los demás y lograr
triunfos extraordinarios con esa información esencial.

La información previa no puede obtenerse de fantasmas ni
espíritus, ni se puede tener por analogía, ni descubrir mediante
cálculos. Debe obtenerse de personas; personas que conozcan la
situación del adversario.

Existen cinco clases de espías: el espía nativo, el espía
interno, el doble agente, el espía liquidable, y el espía flotante.
Cuando están activos todos ellos, nadie conoce sus rutas: a esto se
le llama genio organizativo, y se aplica al gobernante.

Los espías nativos se contratan entre los habitantes de una
localidad. Los espías internos se contratan entre los funcionarios
enemigos. Los agentes dobles se contratan entre los espías enemigos.
Los espías liquidables transmiten falsos datos a los espías
enemigos. Los espías flotantes vuelven para traer sus informes.

Entre los funcionarios del régimen enemigo, se hallan aquellos
con los que se puede establecer contacto y a los que se puede
sobornar para averiguar la situación de su país y descubrir
cualquier plan que se trame contra ti, también pueden ser utilizados
para crear desavenencias y desarmonía.

En consecuencia, nadie en las fuerzas armadas es tratado con
tanta familiaridad como los espías, ni a nadie se le otorgan
recompensas tan grandes como a ellos, ni hay asunto más secreto que
el espionaje.

Si no se trata bien a los espías, pueden convertirse en
renegados y trabajar para el enemigo.

No se pueden utilizar a los espías sin sagacidad y conocimiento;
no puede uno servirse de espías sin humanidad y justicia, no se
puede obtener la verdad de los espías sin sutileza. Ciertamente, es
un asunto muy delicado. Los espías son útiles en todas partes.

Cada asunto requiere un conocimiento previo.

Si algún asunto de espionaje es divulgado antes de que el espía
haya informado, éste y el que lo haya divulgado deben eliminarse.

Siempre que quieras atacar a un ejército, asediar una ciudad o
atacar a una persona, has de conocer previamente la identidad de los
generales que la defienden, de sus aliados, sus visitantes, sus
centinelas y de sus criados; así pues, haz que tus espías averigüen
todo sobre ellos.

Siempre que vayas a atacar y a combatir, debes conocer primero
los talentos de los servidores del enemigo, y así puedes enfrentarte
a ellos según sus capacidades.

Debes buscar a agentes enemigos que hayan venido a espiarte,
sobornarlos e inducirlos a pasarse a tu lado, para poder utilizarlos
como agentes dobles. Con la información obtenida de esta manera,
puedes encontrar espías nativos y espías internos para contratarlos.
Con la información obtenida de éstos, puedes fabricar información
falsa sirviéndote de espías liquidables. Con la información así
obtenida, puedes hacer que los espías flotantes actúen según los
planes previstos.

Es esencial para un gobernante conocer las cinco clases de
espionaje, y este conocimiento depende de los agentes dobles; así
pues, éstos deben ser bien tratados.

Así, sólo un gobernante brillante o un general sabio que pueda
utilizar a los más inteligentes para el espionaje, puede estar
seguro de la victoria. El espionaje es esencial para las operaciones
militares, y los ejércitos dependen de él para llevar a cabo sus
acciones.

No será ventajoso para el ejército actuar sin conocer la
situación del enemigo, y conocer la situación del enemigo no es
posible sin el espionaje.

Visit: the Immortal and Powerful Mexican-Jaguars!

 
I turn to Simplicity, I turn again to Purity!
 
 
 

Welcome to the Mexican-Jaguars' Stronghold!

Lucio Cabañas

¡De nican para tech quixtizque xtopa tech mictizque!
De aquí para poder sacarnos, primero tendrán que matarnos!
 
 
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Visit:  Tonantzintla Tocihuapillatocatzin

H8
A.K. MX-JGS 4.7
 
PERRO MUNDO!!