Contra la deformación
histórica-cultural
Por Néstor Martínez
Basta mencionar la palabra indígena para remontarnos a un pasado en que los personajes vestían con plumas, estaban
listos para la guerra armados con lanzas y flechas, pintados los rostros, brazos y torsos, y sentados alrededor de una hoguera
con la selva de fondo, y con la bárbara costumbre de sacrificar seres humanos a sus dioses. Esta es la imagen que por siglos
nos han metido los conquistadores y que continua en la actualidad la televisión, el cine y los libros de historia. Nos estamos
viendo a nosotros mismos con ojos ajenos. Las víctimas de esta deformación histórica: mayas y aztecas.El mito de los sacrificios
humanos
Estas frases fueron sacados de un libro contemporáneo de historia y de dos "testigos directos" que acompañaron a los conquistadores:
Acerca de un entierro: "... tanto los adultos como los niños sacrificados acompañaban al ilustre muerto, junto con ofrendas
de asombrosa riqueza y profusión"
Refiriéndose al juego de pelota que practicaban aztecas y mayas: "... cerca del Juego de Pelota está una plataforma
larga, grabada por todos lados con cráneos humanos clavados en estacas... tales plataformas eran la base de grandes enrejados
en los que se exhibían cabezas de las víctimas. Cada uno de los seis relieves del Juego de Pelota representa la decapitación
de uno de los jugadores, por lo que es muy posible, que ese espectáculo haya sido "hasta morir" y que los perdedores terminaran
en la plataforma..."
Sobre el Cenote Sagrado de Chichen-Itza, Guatemala, escribió el obispo español Diego de Landa, responsable de quemar los
libros sagrados,: ";... dentro de ese pozo habían tenido la costumbre de arrojar hombres vivos, como sacrificio a los dioses
en tiempos de sequía y creían que esos hombres no morían, aunque nunca se les
volvía a ver..."
Bernal Díaz del Castillo, quien acompañó a Hernán Cortéz en la conquista de México, escribió: "... con unos navajones
de pedernal les aserraban por los pechos y les sacaban los corazones bullendo y se los ofrecían a los ídolos que allí presentes
tenían, y los cuerpos dábanles con los pies por las gradas abajo; y estaban aguardando abajo otros indios carniceros, que
les cortaban brazos y pies, y las caras desollaban, y las adobaron después como cuero de guantes, y con sus barbas las guardaban
para hacer fiestas con ellas cuando hacían borracheras, y se comían las carnes con chilmole, y de esta manera sacrificaron
a todos los demás...".
¿Es que nuestros antepasados no daban una vuelta sin que hubiera de por medio un sacrificio humano? ¿Qué tan"salvajes"
eran realmente nuestros antepasados?
Las pruebas históricas indican que desde hace siglos se difunde una mentira, que ha justificado y sigue justificando una
represión cultural originada en la conquista.
El punto de vista histórico
El etnólogo suizo Peter Hassler, en su libro Sacrificios Humanos, escribe: "con frecuencia se aceptaban casi sin
crítica los
testimonios de los conquistadores, de los misioneros españoles y de los indios cristianizados que discriminaban
la religión indígena prehispánica como obra del diablo. Aunque se deberían conocer bien muchas objeciones críticas de antropólogosfamosos,
como por ejemplo Evans Pritchard, sobre qué tan dudosas son las informaciones de
misioneros cristianos, y no hace falta
subrayar que los conquistadores no decían toda la verdad".
"Todo esto demuestra la necesidad urgente de hacer una profunda crítica de las fuentes", subraya. Por
ejemplo, lo que escribió Bernal Díaz del Castillo fue, de acuerdo a sus propios apuntes, desde un sitio llamado Tlacopan y
los supuestos sacrificios aztecas los realizaron en Tenochtitlan, que está a una distancia de 8 kilómetros. Esto nos indica
que era imposible verlos, a menos que tuviera visión al estilo de Superman. Del Castillo mintió en su relato, mismo que en
la actualidad es tomado como "fuente histórica."
Sobre lo que escribió el sacerdote Diego de Landa, no es difícil concluir que sus motivos para tales escritos tiene el
origen en
su "obra de sumisión" para someter a los indígenas al catolicismo. Landa fue responsable del saqueo y destrucción
de las bibliotecas mayas y destruyó decenas de manuscritos jeroglíficos, tal como deja constancia en sus escritos, que, al
igual que los realizados por Díaz del Castillo, son fuente que retoman una y otra vez los historiadores, teniéndolas como
"verdaderas."
Sobre el juego de pelota, hasta el momento, no se sabe realmente cómo se practicaba, mucho menos sus reglas. Esto quedó
perdido en la oscuridad de la historia.
Tampoco es probable que se sacrificaran seres humanos en el cenote, puesto que en la península de Yucatán y esto ya lo
sabían los mayas, hay pocas fuentes de agua y precisamente los cenotes eran para guardar el agua para los tiempos de sequía.
Con una ciencia tan avanzada, era improbable que los mayas contaminaran el agua destinada para beber.
Y con respecto a las frases tomadas del libro de historia contemporáneo, nos enfrentamos siempre al fenómeno español: se
tiene la costumbre de "analizar" nuestro pasado con los ojos de las costumbres presentes.
En el sitio histórico de Tizatlán, Tlaxcala, México, sucedió esta anécdota:
"... hay aquí (Tizatlán) unas interesantes pinturas murales al fresco en dos basamentos en forma de prisma rectangular,
que más bien parecen pequeñas bancas de descanso o mesas de trabajo."
Muy amablemente un guía nos comentaba la relación de los cuatro señoríos, cuando lo interrumpimos para que nos hiciera
referencia al posible uso de los basamentos.
Haciendo uso de su erudición, comenzó su explicación diciendo que eran altares de sacrificio para doncellas, en los que
cuatro
sacerdotes tomaban a la víctima, cada uno de una extremidad, sosteniéndola boca arriba sobre el altar y un quinto
sacerdote tenía el privilegio de abrirle el pecho con un gran cuchillo de pedernal para luego sacarle el corazón palpitante,
el que era ofrecido al dios Camaxtli.
Unas sencillas preguntas lo sacaron bruscamente de su relato:
Dice usted que aquí les sacaban el corazón a las doncellas, entonces=
debe de haber chorreado mucha sangre en cada sacrificio, ¿habría en la antigüedad muchos sacrificios en este lugar como
el que nos ha contado?
¡Claro!, en cada festividad importante había ofrendas de corazones de doncellas...
¿Por qué cree usted que las pinturas nunca se mancharon?
El guía puso cara de asombro, como si una luz en ese momento hubiera penetrado a su cerebro, y no atinó a contestar.
Al preguntarle si su información tenía que ver con la tradición de Tlaxcala contestó que no, que era la versión que los
antropólogos y arqueólogos que habían estado investigando en este lugar le habían enseñado...
En la actualidad los cirujanos saben que para sacar el corazón del pecho se conocen cinco métodos:
1. Aserrar el esternón, para lo que se requiere una sierra circular.
2. Cincelar el esternón, para lo que se utiliza martillo y cincel.
3. Abrir el abdomen debajo de las costillas, para esto se utiliza un cuchillo.
4. Abrir el extender el espacio intercostal que requiere de cuchillo y pinzas especiales; y
5. Cortar el cartílago entre las costillas y el esternón, que requiere un cuchillo.
Es de señalar que los indígenas americanos no conocían el metal y que sus "cuchillos" los elaboraban con pedernal,
cuyo filo desaparece al primer corte.
Así como la "Santa Inquisición" realizó miles de sacrificios/asesinatos, que incluyeron a científicos e
investigadores,
es probable que nuestros antepasados tampoco hayan sido unos "santos" y también realizaran algunos sacrificios, pero hasta
la fecha no está comprobado que haya sido "una costumbre bárbara"
El filósofo francés Voltaire, fue de la opinión que "los soldados españoles habían inventado o exagerado sacrificios
humanos para justificar sus propias brutalidades.
¿Vestimentas de plumas?
Si se visita los grandes centros actuales de etnias, nos daremos cuenta de las maravillosas telas hechas a mano por los
herederos directos de aztecas y mayas. Ellos mismos se visten con ropa de su propia confección.
En los murales que sobrevivieron a la destrucción, tanto española como la del tiempo, en las vasijas encontradas y en estelas
esculpidas podemos observar que no eran plumas con las que se cubrían el cuerpo, sino con lujosas prendas elaboradas con
algodón y con pieles de animales.
En la narración de los hechos acerca de la conquista de Cuzcatlán, Pedro de Alvarado relata que los guerreros a los que
se enfrentaron vestían "gruesos corseletes de algodón" para protegerse, incluso eran tan gruesos que al caer era difícil que
se levantaran.
Nuestros antepasados eran pacíficos
Los avances en la ciencia no es producto de sociedades en constante estado de guerra, es producto de la paz, o de largos
periodos de paz, porque tampoco se descarta en absoluto la guerra, como cuando los españoles tuvieron que enfrentarse a los
nativos.
Pero para el mito que queremos destruir basta pensar que, semejantes estructuras arquitectónicas, tanto realizadas por
aztecas o por mayas, no es posible haberlas hecho en periodos de guerra, sino en largos periodos de paz.
Lo mismo podemos decir de las soberbias muestras de arte que nos ofrecen los murales, la cerámica, las estelas y otras
esculturas elaboradas por artífices mayas y aztecas. El desarrollo del arte requiere especial disposición de tiempo y espacio.
Otros avances que nos muestran largos periodos de paz y no de guerras entre vecinos, tal como nos relatan los libros de
historia, son los elevados conocimientos que tenían tanto aztecas como mayas, en astronomía, matemáticas, escritura y medicina.
El perfecto calendario maya es una muestra de los notables avances en astronomía y su relación con los cambios climáticos
que tenían nuestros antepasados, asimismo el calendario azteca es otra muestra de tales conocimientos.
La ciencia de nuestros antepasados
Un importante descubrimiento realizado por los mayas fue la utilización de la "nada" o el "vacío" en las matemáticas. El
uso numérico de la "nada" es semejante al descubrimiento del cero en las matemáticas hindúes.
Sólo pensar en cómo concibieron el uso de la "nada" para sus cálculos, hace que el cerebro se vuelva
un caos.
También nuestros antepasados conocían el movimiento de estrellas y planetas, y además calcularon con asombrosa exactitud
la
circunferencia de la Tierra.
Hay que replantear la historia
No es posible seguir en las creencias nacidas de dudosos análisis históricos, ni tampoco tener como base segura los escritos
realizados por los que acompañaron a los conquistadores muchos de ellos fanáticos religiosos.
Todavía se menciona en los libros de historia, al referirse a los dirigentes mayas o aztecas (o de otras etnias),
como
"emperadores", "reyes", "príncipes", etc. Estos apelativos eran dados porque los conquistadores tenían esa estructura social,
no porque en realidad hayan existido en lo que ahora conocemos como Hispanoamérica.
No es posible analizar las sociedades antiguas utilizando las categorías sociales de los conquistadores o sus interpretaciones,
si
ciertos actos no encajan en su concepto de "conducta correcta."
El reto de las generaciones presentes, y en especial las futuras, es aprender a ver nuestra historia con nuestros propios
ojos, con nuestros propios análisis, con nuestras propias investigaciones, y hay mucho camino por recorrer. Nuestra historia
hay que volver a escribirla.
Néstor Martínez, periodista y escritor salvadoreño.
Su más reciente libro Anatomía de un crimen ecológico,
fue
publicado en Berkeley, California, en 1999.
http://www.sfvoces.com/Voces12/nestor.html